Una cierta mirada /
Notas
para Wallmapu Estenopeico
… Las imágenes por sí solas, o leídas en
conjunto en las diversas series de la muestra, forman desde un comienzo una visión espectral en la
cual debemos sumergirnos para comprender
su sentido. Es decir, es un propósito del proyecto conseguir que el espectador
o receptor reflexione, tanto sobre las imágenes, como sobre lo que se nombra
Wallmapu.
… A través del estenope, ojo diminuto del
tiempo, aparece el territorio circundante del Wallmapu, cuya presencia, poco
evidente en un inicio, se va expandiendo en la luz, en el tiempo y el espacio. Ni
una ruka, ni una carreta, ni un rehue, ni un festejo podemos distinguir empero en
este paisaje estenopeico, ni siquiera en las sombras ni en las ruinas fantasmales
presentes en todo el conjunto: claramente los autores nos conducen a una mirada
diferente de la Tierra en la que andamos, lejos de cualquier folklore o
estereotipo posible.
… El relato visual se presenta como el revés de un reportaje: con
una clara intención de desmontar la imagen tópica que tenemos de este lugar,
nos lleva desde lo urbano a lo rural, sin que podamos reconocer más que los
edificios emblemáticos. Podríamos tal vez distinguir la feria Pinto, pero no hay
evidencia, no se vé. Reconocemos el
edificio Marsano de Temuco, la Casa Suárez de Nueva Imperial o la plaza Chile
de Carahue. Luego aparece el gran molino
Valck a orillas del río Imperial y la casona maderera Focura de la familia
Mosso en Curacautín. Estos últimos parecen encarnar de manera significativa las
ruinas de una visión decimonónica progresista, “vestigios del granero de Chile el uno, y del
pensamiento depredador que arrasó con las araucarias para hacer el terciado que
se exportaba a Europa, la otra”-dice uno de los autores refiriéndose a ellos.
…Todas las imágenes tienen el velo que
produce el tiempo estenopeico y muchas tienen el halo que produce el estenope.
Eso le otorga un carácter singular, imaginario, intemporal, de sueño o
pesadilla a toda la muestra.
… La narración poética se apoya en lo
imprevisible de las cámaras artesanales donde la exposición fotográfica es
caprichosa a causa del tiempo que se expone el material sensible a la luz y en
ese sentido, trabaja con un lenguaje visual que escapa a la coherencia que
encontramos en la fotografía digital, donde “el error” o el “borrón” no tienen cabida, donde todo es y
debe ser nítido y aquello que se exhibe es simplemente lo que se vé. Aquí no todo se vé. Aquí, la conjunción
de la luz y del movimiento produce
resultados inesperados…
…Así, aparecen o desaparecen siluetas,
formas, sombras, luces, destellos, velos, mundos ocultos que han desfilado
delante del estenopo en una larga exposición a la luz.
Así también, la imagen de un jinete en la
nieve, un atardecer con luna o un mediodía al sol, -no lo sabemos-, en algún
lugar indefinido de la región parece no terminar nunca de ocurrir, parece estar
allí nevando eternamente…
…Porque es en lo borroso, lo borrado, en
el velo de la imagen, que surge la poética visual de Wallmapu Estenopeico como una resistencia crítica: En la estética
espectral emergen otras realidades. El relato visual oculta y devela al mismo tiempo realidades que se superponen, que conviven. Lo de
arriba, lo de abajo, lo visible, lo invisible, lo que no está. Lo que prevalece
a pesar de todo. Lo aparente y lo inaparente.
…Y es en la edición del material obtenido
que surge ese otro territorio, soterrado, pre existente, anterior a la dominación.
Un mundo invisible, encubierto, que no hemos sabido ni sabemos mirar; emerge
como ese Kuel o túmulo que los
fotógrafos descubren saliendo de Purén a la orilla de un camino. Y ¿qué son los
Kuel? Y ¿qué sabemos de los Kuel
nosotros?
…Podemos hablar de una cierta arqueología
visual, en que los fotógrafos desentierran parte de una historia al recorrer las
imágenes de El Castillo [centro penitenciario de Chol Chol] o la plazoleta de Villa Alegre, en Purén. Tanto
esa cárcel de menores, como la villa forestal están construidas sobre Eltunes, cementerios mapuche, sitios
sagrados que, ostensiblemente no fueron respetados. No fueron vistos por las
autoridades, porque respetar quiere decir ver. Esos eltunes están allí, no se
ven, pero se sienten…
... En la experimentación de plasmar lo que
sucede, las cajas o tarros graban la luz a tientas, a ciegas. Los fotógrafos corren
el riesgo voluntario de obtener imágenes que incluso pueden borrarse a sí
mismas. Solo se descubren una vez reveladas y son diferentes a lo visto o
previsto. Así, sorprende no ver a la
multitud presente en la procesión de San Sebastián del consagrado 20 de enero
en Puerto Saavedra. Todos desaparecen y sólo queda el propio santo en su
proscenio, siluetas de feligreses y el altar donde se le prenden las velas. La fiesta
deja de ser pintoresca, se ve despojada de su mirada típica.
… Para finalizar, la imagen del lonko Millahual, Presidente de
la comunidad Jacinto Caniupan, en el sector de Paillan Bajo, consagra dignamente
– a mi juicio- este trabajo estenopeico. Con su kulkul y su weño, posa
imponente y tranquilo, plantado sobre ambos pies, desafiante incluso, pero
sereno. Con su actitud firme realiza un “acto de espera”, un kelkún en la
plazoleta de la Villa Alegre construida para las forestales, sobre uno de los
sitios arqueológicos más importantes de la región. Allí, a sus pies se
encuentra el cementerio de sus antepasados. Allí, lugar ceremonial, hoy
invisibilizado, Millahual nos dice en silencio que toda su gente está de pie, presente
a través suyo. Nada ni nadie los podrá borrar.
Leonora Vicuña
Marzo 2019
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